#6Luz Casal, esencia de mujer.
Hiere el aire en dulc�sima armon�a. Luz Casal est� indispuesta y destemplada. Y yo, tengo un cierto dolor a compartir aunque s�lo sea un instante, con pensar me alegro sabiendo que luchar�s y batallar�s sin desvanecerte, impasible como la hoja de un libro luchar�s como un r�o que recurva al afluente, torrente arriba hasta salir al mar.
Luz , eres mujer fuerte y valiente. Tu temperamento y tu fibra no podr�n apagar la llama. No te puedes dejar vencer sin lucha, ni tampoco dejar que tan sutil tumor te envenene con copa de cristal, ni que tampoco rompa el trazado de tu vida, ese, que has dise�ado con esbozos de talento hecho melod�a y que han agitado tantos a�os mis o�dos. Tu voz est� dentro de tu alma, y el alma est� dentro de tu cuerpo. No dejes ir a tu cabeza la idea del derrotero. Suelta tu alma, sin miedo, como una cometa, para que juegue con el viento. Un viento dulce, tranquilo simple y recogido. Pues tu mal, s�lo es una mancha de hierba en tus jardines que hace llegar sus olores a todas las esencias. S�, que son tan injustos los dolores como justa ser� la cura.
Necesitamos que est�s entera para que nosotros estemos tranquilos, serenos y emp�ticos. Que venzas a la furia desatada, que sueltes las correas que te sujetan para que se liberen de la angustia. De tu pecho, saldr� el grito m�s desgarrador que se oir� en un bosque de mudas palabras. Desnuda y sola bregar�s hasta que reviente el mal como el vinagre agria al vino. Las c�lulas mal�volas ya est�n calladas, ya no dicen nada. Pelear por algo siempre ha sido tu esencia m�s profunda y rec�ndita. Y de entre el barro, que todo lo mezcla y todo lo baraja, saldr� la arcilla para liberar tal mal. Como algo perenne, caminaras hacia adelante con el apoyo y el cari�o de cien canta autores, de cien poetas y de cien trovadores, que har�n que tu sonrisa vuelva alimentar el d�a. Esa, ser� tu mejor medicina. T� pudiste una vez, t� puedes otra.
Has de saber esperar un poco m�s, quiz�s solo un poquito de templado estoicismo, de entereza y flema que te golpean el coraz�n, bombeando el veneno de la vida. Porque vida, es querer vivir. Y no ha de hacerte m�s prisionera y sierva que las cadenas invisibles que te sujetan.
La noche, reci�n comienza a alumbrar. Las luces est�n tenues en el viejo Madrid que te vio nacer como artista. Y tu voz, es de esas que acarician la piel rozando la conciencia por el interior del alma. Y tu tarareo, es como un magn�fico resplandor que aclara toda la ciudad, que se enreda en escondidos recoletos. Porque, en los huecos, tambi�n se oye el sonido del �bel canto�.
Luz, has de saber que s�lo vemos lo que miramos, sentimos lo que pensamos y queremos lo que amamos. La vida debe de seguir girando como un molino de cristal, soplos de apoyo de aliento que de todos sitios te vienen. Lo dem�s, ser� materia permeable y superable que anular� la hoja seca de tu pecho. Hay golpes en la vida y mullidos colchones que soportan el m�s grande despe�amiento, sin importar alturas, ni tallas, ni picotas.
Dale una pista falsa a la enfermedad y corre como el viento. Corre hacia adelante sin mirar atr�s, hacia la luz que ves al fondo de tus ojos tan aprisa para que no te alcance, Y como el metal que se funde se diluir� por s� sola. Tus l�grimas de ahora abrasar�n el mal, y lo quemar�n vivo, aunque vaya vestido de paisano. Estamos serenos porque sabemos que tu car�cter vencedor y de pasi�n sobrante te avala y equilibrar� la balanza. Y �sta, har� la val�a justa de tu vida. Corre con el alma pegada. Porque el alma tambi�n pesa, como pesa el aire y las esencias m�s livianas.
Aparento serenidad cuando escucho echado en mi solitario camastro tus canciones, que me despiertan los sentidos, meditando con ellas, como si tuviera la vida dormida. Estoy sereno, pero tr�mulo a la vez. Porque sin t�, la m�sica de autor y de ribetes mesi�nicos no existir�a en su plenitud. M�s grande que la vida han sido tus letras y canciones, tus melod�as m�s pegadizas que tanta melancol�a han engendrado entre los que te siguen como agua viva. Las que todav�a alumbran generaciones. Las de la juventud que se escapa como una mariposa por los espejuelos de los sue�os. La lozan�a y la vitalidad s�lo se reflejan con claridad y tersura para quien est� delante del espejo del presente.
Como arcos de luz, anulando la penumbra, tu cancionero es como un manuscrito escrito con l�grimas de sal, que inunda el espacio vac�o que tiene todo coraz�n, dejando s�lo un rinc�n para llenar. Y todo esto del mal que ahora te importuna, quede en un rastro del pasado m�s olvidado. Porque el eco tu voz todav�a resuena en el m�tico teatro Olympia de Par�s. Como si ayer fuera.
El d�a despu�s de cualquier d�a antes, nos levantaremos a cada paso que t� des. Caminaremos por la senda paralela del arroyo con la esperanza de tu cura y alivio. Y, �l mismo arroyo, intervendr� como mejor medicina. Pues, como el agua que corre y que transita camino buscando al mar, tu dolencia se diluir�.
La simple brevedad de tu cura me complace y me anima. Porqu�, la letra de tus canciones a las c�lulas aferradas distraer�n y diluir�n, pagando as� el tributo para que suelten lastre y te dejen libre y desenvuelta, como mujer libre que siempre has sido. Que todo va a estar bien, que todo ser� de resguardo y amparo, esperando impaciente el momento de que vuelvas al escenario. Porque ese, podr�a ser el mejor d�a, para poder elevar el dulce sentimiento de la canci�n m�s hermosa. Esa, que derrama la m�sica en un abanico de tupidas y espesas melod�as que se desgranan a �contraluz�. �Vida t�xica�; s�, de unas llagas que ya han comenzado a dejar de supurar.
Te queremos Luz, aunque nos duela tu circunstancia y tu pormenor. No te �dejaremos marchar�. En tu mar de confianza navegaremos remando todos juntos, a fuerza de tim�n. Pues el sextante que te ha de guiar, te llevar� a tierras gallegas, que tambi�n son tierras de marinos. El aire fresco respira hilando como un cristal el reflejo de tu mirar, en el peque�o municipio gallego que te vio nacer. Sentiremos en nuestros rostros el aire que sopla de la brizna que llega h�meda por el Oeste. Porque el viento, es aire siempre de viaje. Y tu voz, aliento que embriaga imaginando quimeras de cristal.
Sergio Farras, escritor tremendista.
�Para Luz Casal y todas las mujeres que sufren de c�ncer de mama�.